Ahora sí, el futuro ya está aquí. En Japón inventaron una máquina expandedora muy, pero muy particular, de hecho, nuestros amigos de Gizmología nos la comentaban hace unos días. Y eso que funciona igualito que una máquina normal: se inserta unas monedas y la bebida cae. Hasta aquí todo bien, pero el aspecto ya es muy diferente de cualquier máquina, parece una pantalla digital con anuncios comerciales, y al acercarse alguien es cuando la cosa cambia, ya lo verán.
¿Qué les parecería comprar una lata de refresco en una máquina que habla? Es más, una máquina que sepa si el cliente es hombre o mujer, que sepa su edad y que pueda recomendarle qué tomar. Pues esta es la máquina que crearon los de JR East Water Business y por el momento se instalaron dos en la ciudad de Tokyo. Aunque se espera que en octubre haya 8 en las estaciones de trenes y a lo largo de los dos próximos años se prevee que habrá 500 en las estaciones de tren más concurridas de Tokyo y de los suburbios.
En realidad, el mercado de estas máquinas es muy importante en Japón: en todo el país hay 5.2 millones de ellas (1 por 24 habitantes) y al año las ventas realizadas con estas máquinas representan más de 62 mil millones de dólares. Por lo tanto, se me hace lógico que se quiera innovar en este sentido y empezar a monitorear a la gente y sus gustos.
Ahora bien, la máquina para funcionar necesita estarnos viendo, que no grabando, con una cámara muy pequeña situada arriba de esta pantalla de 47 pulgadas. Después de terminar la compra, nuestras informaciones (género, edad y gusto) se envían a la compañía para ser analizados, supongo.
Además de favorecer las ventas y de colectar informaciones sobre los usuarios en tiempo real, otro propósito fue de volver estas máquinas expandedoras más atractivas para las mujeres, comenta el director del departamento de ventas y añade que de 10 consumidores 7 son hombres y 3 mujeres. Piensan que al ser más intuitivas y más amigables, las muejres se van a acercar más que a las máquinas tradicionales.
Por el momento un gran inconveniente es que el menú está en japonés solamente, además de que algunos que ya probaron la máquinas dicen que no es tan intuitiva como parece. En efecto en vez de escoger una bebida estas personas le estaban tocando al precio y obviamente no bajaba esta bebida por la que vinieron. Dicho eso, tiene la ventaja de poder dispensar productos gratuitamente en caso de emergencias como un temblor.
La verdad es que no sé qué pensar de todo esto. Seguro que las compras se agilizan con esta tipo de máquinas pero la idea de que monitorean a la gente sin realmente pedirles consentimiento me provoca sentimiento encontrados. ¿Qué pasa si quiero poder comprar cosas fácilmente pero no quiero que me proponen nada porque yo ya sé lo que quiero? Esta sería mi única crítica.
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